IEPS a refrescos pone en jaque a la industria azucarera mexicana

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Sugar cane with brown sugar

La propuesta de elevar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a las bebidas azucaradas, que incluiría también a las versiones light y aquellas con edulcorantes artificiales, ha encendido las alarmas en el sector azucarero mexicano.
Productores, industriales y organizaciones cañeras advierten que la medida afectará la competitividad, los ingresos y el empleo en regiones enteras del país donde la caña de azúcar es el motor económico.

Entre la caña y los jarabes sintéticos: una industria bajo presión

Durante décadas, la industria azucarera nacional ha enfrentado un entorno adverso: precios internacionales fluctuantes, competencia del jarabe de maíz de alta fructosa y una rentabilidad cada vez menor para los cañeros.

Ahora, con la inminente subida del IEPS, que pasaría de 1.64 a 3.08 pesos por litro para las bebidas azucaradas, el panorama se complica aún más.
El nuevo esquema también gravararía a las bebidas light o sin azúcar, lo que, según especialistas, desincentivará el uso de azúcar de caña nacional y favorecerá la sustitución con edulcorantes sintéticos más baratos.

“El problema no es solo fiscal, sino estructural. El aumento del IEPS incentiva el uso de endulzantes industriales importados y golpea directamente al campo cañero”, advierte la Unión Nacional de Cañeros.

Riesgos reales para la producción y los productores

El impacto económico del incremento podría ser severo.
Según estimaciones de la Unión Nacional de Cañeros, la zafra 2024–2025 podría enfrentar pérdidas superiores a 14 mil millones de pesos, derivadas de la caída en la demanda de azúcar nacional.

Entre los principales riesgos destacan:

  •  Caída de ingresos: menor consumo industrial y desplome en los precios del azúcar.

  •  Impacto social y territorial: más de 270 municipios en 15 estados dependen directa o indirectamente del cultivo de caña; la reducción en la demanda puede provocar migración, abandono de tierras y pérdida de empleos rurales.

  •  Competencia inequitativa: las empresas de bebidas podrían optar por edulcorantes sintéticos para esquivar impuestos, afectando la integración con el sector azucarero mexicano.

  •  Desinversión y desempleo: la industria refresquera ya advirtió que el alza del impuesto podría derivar en recortes de personal y reducción de inversiones en la cadena productiva.

 ¿Salud pública o recaudación disfrazada?

El gobierno federal ha argumentado que el aumento al IEPS busca reducir el consumo de azúcar y fortalecer el financiamiento al sistema de salud.
Sin embargo, diversos analistas y cámaras empresariales señalan que los resultados de medidas anteriores fueron limitados: el primer incremento al IEPS solo redujo el consumo en alrededor del 8 %, y gran parte de los recursos recaudados no se destinaron al sector salud como se había prometido.

“El IEPS termina siendo más una herramienta recaudatoria que de salud pública”, opinan expertos en política fiscal.

 Propuestas para un equilibrio justo

Ante este escenario, representantes del sector azucarero y economistas proponen una serie de medidas para mitigar el impacto del nuevo impuesto:

  1.  Cuotas diferenciadas por origen del endulzante, con menor carga fiscal para el azúcar de caña nacional frente a los jarabes importados.

  2.  Estímulos fiscales o subsidios que fortalezcan la competitividad del campo cañero.

  3.  Transparencia en el uso de los ingresos del IEPS, garantizando que los recursos se inviertan efectivamente en salud pública.

  4.  Políticas integrales de educación alimentaria y acceso a agua potable, acompañadas de regulaciones más estrictas en la publicidad de bebidas azucaradas.

 Una industria con siglos de historia en riesgo

El sector azucarero mexicano enfrenta una de sus peores crisis estructurales. Aunque la intención del gobierno es promover hábitos saludables, la falta de medidas de apoyo al campo podría acelerar el declive de una industria con más de 500 años de historia, que sostiene a miles de familias en el país.

El reto, advierten los productores, está en equilibrar la salud pública con la supervivencia económica de quienes hacen posible que México siga siendo una potencia en la producción de azúcar de caña.