El yoga es mucho más que una rutina de ejercicios para ponernos en forma, porque además de tonificar el cuerpo reconecta la mente; es una disciplina que consigue renovarnos por fuera y resetearnos por dentro.
El Día Internacional del Yoga se celebra el 21 de junio. La fecha fue promulgada en el 2014 por la ONU con el objetivo de dar a conocer los beneficios que aporta esta disciplina milenaria para nuestro cuerpo y nuestra mente.
La India propuso el proyecto de resolución para crear el Día Internacional del Yoga y recibió el apoyo de 175 Estados Miembros. En el discurso pronunciado por el primer ministro indio, Narendra Modi, dijo que «el yoga es un don inestimable de nuestra antigua tradición».
Cuánto tiempo se debe practicar yoga
La idea es dedicarnos unos minutos a nosotros mismos. No es necesario que sea muy largo, pero sí que sea un tiempo exclusivo: busca un sitio para ti, que no sea muy ruidoso ni concurrido, para poder concentrarte mejor y desconectar. Y aléjate de todos los dispositivos electrónicos (teléfono, ordenador…): son unos minutos que debemos disfrutar sin distracciones.
Los expertos recomiendan practicar yoga a primera hora de la mañana (o a última de la tarde), y no comer al menos dos horas antes de hacerlo.
Qué pasa si haces yoga todos los días
Practicar yoga a diario «puede mejorar el funcionamiento de los órganos internos a través de técnicas de respiración específicas, limpiar el organismo de líquidos acumulados, mantener un estado de relajación y llenar el cuerpo de energía, vitalidad y positivismo».
Beneficios del yoga
Además de ayudarnos a desconectar y ganar tranquilidad, practicar yoga de forma constante proporciona otros muchos beneficios, entre otros los siguientes:
Hacer yoga por la mañana ayuda a despertar la mente y el cuerpo de forma gradual; hacerlo por la tardes, sirve para relajarnos y librarnos de las tensiones de la jornada.
Mejora la concentración. Fomenta la fuerza, la resistencia y el control emocional.
Reduce el estrés y la ansiedad.
Refuerza la confianza en uno mismo y aumenta la autoestima.
Ayuda a afrontar el día con energía y positividad.
Mejora la postura corporal.
Tonifica el cuerpo y nos mantiene en forma porque exige hacer las asanas de forma correcta y fluida; se hace mucho ejercicio, aunque a veces no se note.
Las técnicas de respiración que se practican favorecen un sueño de calidad y se duerme mejor.
Elimina toxinas. Especialmente el Hot Yoga, que se practica a altas temperaturas y con gran humedad. Además, el calor ayuda a ganar flexibilidad.
Mejora la digestión porque activa nuestros órganos internos y reduce la inflamación abdominal, lo que favorece el tránsito intestinal.