En su visita a Yucatán, Gerardo Fernández Noroña, político del Partido del Trabajo, generó controversia al llamar a no dar un solo voto al PRIAN cuando Morena impuso como sus candidatos en Yucatán a puros “prianistas». Además, llamó a “regalarle Yucatán al presidente”, rebajando a los yucatecos a meros objetos de compra-venta electoral.
Ayer, Fernández Noroña dijo que “ni un voto al PRIAN”, justo cuando las bases de Morena realizaban movilizaciones en la capital yucateca por la imposición de candidaturas morenistas a políticos de la calaña de Rommel Pacheco Marrufo, Jorge Carlos Ramírez “Cerdito” Marín, a Verónica Camino Farjat y Raúl Paz Alonso, es decir, al “prian” en su máximo esplendor.
Gerardo Fernández también dijo que “hay que regalarle Yucatán al presidente”, lo cual se consideró una ofensa para los yucatecos, a quienes rebajó a calidad de botín, de regalo, objetos de compra-venta electoral.
La visita de Fernández Noroña terminó por minar la ya desfondada campaña a la gubernatura del expanista Joaquín Díaz Mena, quien no busca su esquina ante los errores sistemáticos que se cometen en su cuarto de guerra, también infestado de los “chapulines” emanados del PRI, en particular del grupo de exgobernadora Ivonne Ortega Pacheco.
Desde los ardientes desiertos de Chihuahua hasta las exuberantes tierras de Yucatán, un malestar creciente sacude las bases de Morena. Los morenistas autodenominados fundadores, junto con militantes de base y simpatizantes de la Cuarta Transformación, se están levantando en protesta ante lo que consideran una traición a los principios del movimiento.
El problema radica en el reparto de candidaturas a perfiles provenientes de otros partidos políticos, especialmente del PAN y el PRI, dentro de las filas de Morena. Esta práctica, que ya había generado críticas el año pasado con la inclusión de figuras prianistas en el proyecto de 2024 de Claudia Sheinbaum Pardo, ahora se ha extendido a candidaturas a niveles locales, como alcaldías y diputaciones.
La incorporación de perfiles “prianistas”, que antes eran críticos tanto del partido Morena como del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha generado una creciente molestia que se arrastra e intensifica desde el año anterior.
Casos emblemáticos, como los de Rommel Pacheco, el “Cerdito” Marín, y del expanista Joaquín Díaz, se destacan como situaciones que han provocado una especie de rebelión entre los morenistas.
El 6 de octubre pasado, Claudia Sheinbaum celebró la inclusión del legislador Rommel Pacheco, quien apenas un año atrás compartía celebraciones con la panista Mariana Gómez del Campo. Esta última, legisladora y sobrina de Margarita Zavala, había festejado la no aprobación de la Reforma Eléctrica propuesta por López Obrador, gracias a los votos en contra de ambos.
Las manifestaciones de descontento se han multiplicado en varios estados, desde la bulliciosa Ciudad de México hasta rincones como Chihuahua, Guerrero, Guanajuato, Jalisco, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Yucatán, Sinaloa y Zacatecas. Los morenistas están expresando su indignación por lo que consideran un abandono de los ideales originales del partido.
La inclusión de «chapulines», como se les llama despectivamente a los políticos provenientes de otros partidos, se percibe como una traición a los principios fundamentales de Morena. Estos militantes, que han sido la columna vertebral del partido, sienten que se están sacrificando sus municipios y principios en aras de obtener votos.